El Design-Hub de Barcelona presenta una sorprendente exposición dedicada a la impresión en tres dimensiones. Un buen preludio a la inauguración del museo del diseño, previsto en 2012.
Por Antoine Leonetti
¿Imprimir una tableta de chocolate? ¿O una prótesis, o una casa? ¿Imprimir un órgano vivo? Estas imágines de ciencia ficción de los años 60 son sin embargo algunas de las posibilidades ofrecidas ya o quizás muy pronto por la impresión en tres dimensiones. Revolución absoluta del diseño industrial, de la construcción y de las biotecnologías, su principio parece simple pero su diversidad de aplicaciones deja francamente sin voz. Imaginad una máquina capaz de imprimir no unas imágenes en dos dimensiones, sino de apilar millones de imágines, una sobre la otra, para ir creando poco a poco un volumen en 3 dimensiones. En vez de tinte, se utilizan materias especialmente elegidas (plásticos, cerámica, metales, alimentos, células…) depositadas a gran velocidad y cada una en el lugar deseado gracias a unas cabezas bastante similares a nuestras impresoras 2D clásicas. Todo esto con un programa respondiendo a las instrucciones de un diseño virtual tan complejo como uno quiera, susceptible de incorporar mezclas y crear formas que la industria o los moldes convencionales jamás podrían igualar. ¿Desea crear engranajes al interior de otro volumen, sin soldaduras y sin ensamblaje posterior, y que todo sea convenientemente engrasado? Ningún problema: se imprimirán los elementos ya imbricados los unos dentro de los otros y, a la vez, la película de grasa que se inserta entre ellos. Las posibilidades se multiplican si se asocian impresión y movilidad, concibiendo robots-impresores capaces de delinear las fundaciones de un edificio, para circular luego sobre este y por todos sus lados, para luego imprimirlo enteramente. ¿Tiene una avería en una nave espacial, y no tiene la herramienta necesaria para su reparación? Aquí la solución: le bastará con imprimir, gracias al software enviado desde la tierra, el utensilio que le faltaba.
¿Imprimir una tableta de chocolate? ¿O una prótesis, o una casa? ¿Imprimir un órgano vivo? Estas imágines de ciencia ficción de los años 60 son sin embargo algunas de las posibilidades ofrecidas ya o quizás muy pronto por la impresión en tres dimensiones. Revolución absoluta del diseño industrial, de la construcción y de las biotecnologías, su principio parece simple pero su diversidad de aplicaciones deja francamente sin voz. Imaginad una máquina capaz de imprimir no unas imágenes en dos dimensiones, sino de apilar millones de imágines, una sobre la otra, para ir creando poco a poco un volumen en 3 dimensiones. En vez de tinte, se utilizan materias especialmente elegidas (plásticos, cerámica, metales, alimentos, células…) depositadas a gran velocidad y cada una en el lugar deseado gracias a unas cabezas bastante similares a nuestras impresoras 2D clásicas. Todo esto con un programa respondiendo a las instrucciones de un diseño virtual tan complejo como uno quiera, susceptible de incorporar mezclas y crear formas que la industria o los moldes convencionales jamás podrían igualar. ¿Desea crear engranajes al interior de otro volumen, sin soldaduras y sin ensamblaje posterior, y que todo sea convenientemente engrasado? Ningún problema: se imprimirán los elementos ya imbricados los unos dentro de los otros y, a la vez, la película de grasa que se inserta entre ellos. Las posibilidades se multiplican si se asocian impresión y movilidad, concibiendo robots-impresores capaces de delinear las fundaciones de un edificio, para circular luego sobre este y por todos sus lados, para luego imprimirlo enteramente. ¿Tiene una avería en una nave espacial, y no tiene la herramienta necesaria para su reparación? Aquí la solución: le bastará con imprimir, gracias al software enviado desde la tierra, el utensilio que le faltaba.
Este es el tema de la exposición FULL PRINTED, presentada hasta el 29 de mayo de 2011 en el DHUB de Barcelona, reciente puesta en red virtual de los 3 museos de la ciudad condal dedicada a las artes decorativas, las artes gráficas y el textil. Concebida bajo el comisariado de Marta Malé-Alemany, arquitecta y co-directora del Programa de Master del Institut de Arquitectura Avançada de Catalunya, reúne más de 70 objetos de todo tipo, frutos de las técnicas actualmente utilizadas o en proceso de desarrollo, para familiarizarnos a los vértigos de la impresión 3D. Aquí vemos cómo es posible adaptar nuestros calzados a la exacta medida de nuestros pies, o de personalizar una prótesis de pierna, fiel reflejo de la otra. Ya que funciona por acumulación de micro-gránulos de materia luego solidificados (por láser, con otros polímeros, con calor, etc.), y que permite una infinidad de mezclas de sustancias, la impresión 3D es una mina para la creación de nuevas materias. Permite también generar unas resistencias internas diferentes en un mismo objeto jugando con las variaciones de amalgamas aquí y allá, o de crear también unos tejidos de todo tipo, imprimiendo directamente la trama misma. La exposición impresiona sobre todo mucho en cuanto a las perspectivas abiertas para la creación pura, liberada ya de los soportes artísticos tradicionales, y aspirando a unas formas que alcanzan unos grados de belleza inauditos. La impresión 3D de sonidos o de movimientos abre por último la vía a unas formas que desbordan la infinidad de variedades plásticas imaginables por el ser humano o concebida por la naturaleza.
Para Marta Male-Alemany, las impresoras 3D domésticas no pertenecen a un futuro muy lejano: pronto, podremos descargarnos programas de objetos (desde una exprimidora de limones hasta un traje completo), e imprimirlos tranquilamente en casa como hoy las imágenes y la música. Imaginamos naturalmente las posibilidades de piratería de objetos… Se tratará en todo caso de una revolución radical para nuestro cotidiano, ya que además esta técnica tiende a reducir drásticamente los costes y los tiempos de producción. ¿Acaso no se ha presentado recientemente Urbee, el primer coche ultra ecológico cuyos elementos externos (incluso los cristales), han sido impresos?
La exposición es también una buena ocasión de admirar el avance de las obras de construcción del futuro DHUB, bien concreto esta vez. Situado Plaça de les Glòries Catalanes, a la sombra de la sensual Torre Agbar concebida por Jean Nouvel e icono absoluto de la Barcelona post-moderna, se sitúa en el corazón del famoso 22@, barrio de las nuevas tecnologías lleno de innovadoras arquitecturas. El edificio, lanzado como un colosal brazo de tocadiscos encima del “escalextric” circular que constituye la plaza, debería ser finalizado en 2012. Al final, 30.000 m2 para un centro de investigación y de difusión sobre la arquitectura, el diseño gráfico, el diseño industrial y el diseño de moda. Un proyecto encargado en 2001 al estudio del famoso arquitecto barcelonés de Oriol Bohigas (autor de la Ciudad y del Puerto Olímpicos), pero que tardó 10 años en materializarse. Si la impresión 3D ya había estado a punto… Aunque no hubiera ayudado a desenredar (en principio) los embrollos políticos responsables del retraso.
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