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29 de nov. 2011

La identidad cultural en el Plan Estratégico de Activación del Patrimonio Cultural

Hace ya unas semanas propuse un post para explicar que es un Plan Estratégico de Activación del Patrimonio Cultural. Se definió como un método de activación del patrimonio que permite darle una función y un sentido en la actualidad, para posteriormente ser diseñar acciones positivas, participando en las estrategias de ordenación del territorio y potenciando la cultura, el ocio y el turismo, es decir, para construir dinamismo territorial.

Algunos de los seguidores de este bloc me han pedido que profundice en el concepto “Identidad Cultural” y su relación con el Plan Estratégico, sobretodo cuando se habla de descubrir la identidad cultural de un territorio. Sin entrar a fondo, porqué sería necesario algo más que el blog, intentaré explicar esta relación.



¿Qué comunica el patrimonio cultural y natural? Hoy en día los testimonios que configuran lo bienes culturales explican la existencia y el carácter de los pueblos, y asimila al patrimonio arquitectónico, arqueológico, histórico y natural sus procesos de creación; el patrimonio cultural material como capacidad creativa y el patrimonio etnológico o inmaterial como reflejo de las formas de vida.

El Plan Estratégico empieza por la fase de Reconocimiento y diagnóstico del patrimonio. En este punto se estudian y evalúan los recursos patrimoniales existentes en un territorio. Esto nos permitirá establecer una diagnosis acompañada de un análisis DAFO.

La segunda fase del Plan Estratégico ha de permitir la localización de los recursos culturales de referencia, pero… ¿Qué entendemos como recursos patrimoniales de referencia? Des de mi punto de vista son aquellos que permiten establecer un puente entre el pasado, el presente y el futuro a través de diálogos temáticos que facilitan el descubrimiento y la comprensión de la historia, las formas de vida, la organización, el uso del medio natural y también la aparición de nuevas realidades culturales y sociales en un territorio.

Los recursos culturales analizados se pueden evaluar en función de un conjunto diverso de criterios como singularidad, notoriedad, identificación de la población y otros que permiten establecer valoraciones entre un mínimo y un máximo. El conjunto de valoraciones permite establecer unas medias. Aquellos bienes situados por debajo de la media no formaran parte de los referentes culturales de un territorio. Ojo! No significa que no vayan a ser tratados. Aquellos recursos situados por encima de la media serán considerados como los referentes identitarios del patrimonio cultural, es decir, el conjunto de hechos sobre el territorio que definen su historia y el desarrollo cultural de sus habitantes. Evidentemente este método también propone un factor de corrección de las valoraciones efectuadas numéricamente. Es necesario adaptarse al escenario que se estudia.

En definitiva, para descubrir la identidad cultural de un territorio es necesario evaluar sus recursos culturales. Este es un ejemplo de cómo hacerlo, seguro que hay más.
Espero que este post sea de vuestr@ interés!

Daniel Gutiérrez Espartero :: Consultor en Patrimoni Cultural 
dgutierrez@diagnosiscultural.com :: www.diagnosiscultural.com

19 d’oct. 2011

El territorio: identidad y espíritu cultural

¿Puede el concepto identidad cultural trasladarse al territorio? Cómo? El territorio no es tan solo un espacio geográfico, también es una construcción histórica y una práctica cultural. Por tanto es en el territorio donde se refleja claramente la identidad cultural de la comunidad que lo sustenta.
 

Además, hoy en día, no tan solo hemos de valorar los testimonios inmuebles que configuran la existencia y el carácter de los pueblos entorno el patrimonio arquitectónico, arqueológico e histórico y los asimila a sus procesos de creación. También es necesario valorar el patrimonio artístico como capacidad creativa y el patrimonio etnológico como reflejo de las formas de vida.

Bajo este prisma durante los últimas semanas he estado leyendo un artículo de Annete Viel “Quand souffle l’esprit des lieux” (cuando se respira el espíritu del sitio). Es un texto muy conocido, pero no deja de sorprenderme. Explica que el territorio es un espacio vivo, con una historia que no esta fijada en el tiempo o el espacio y que evoluciona de manera natural o bien a partir de las acciones que se desarrollan. Por tanto el territorio es el reflejo de una época y un espejo de los valores de la sociedad que lo gestiona.

Si tratamos la identidad y el espíritu de un territorio podremos poner en valor su dimensión social, cultural y económica. Podremos por tanto proyectar acciones de desarrollo y mejora para las comunidades que sustentan en territorio y sus recursos, entre ellos el patrimonio cultural.

Si descubrimos la identidad y el espíritu del territorio podremos aportar beneficios a la comunidad que lo sustenta:

A través del urbanismo, programando acciones urbanísticas que permiten un planeamiento urbanístico y de equipamientos a través de criterios y conocimientos previos en geología, arqueología, historia (urbanística, bibliográfica y documental) del sitio, los recursos materiales e inmateriales, la tradición, el folklore… A través de la educación y la cultura, promoviendo el conocimiento y la identificación de los ciudadanos con su territorio. A nivel económico, desarrollando planes de dinamización turística que incidan positivamente en la llegada de visitantes al territorio.

Pero para conseguir esto es necesario fijar una mirada alternativa, responsable y coherente sobre el territorio, sus recursos y sus necesidades. Cada lugar, cada territorio es distinto y esto es una gran oportunidad, ya que permite establecer miradas calidoscópicas capaces de ofrecer soluciones creativas y novedosas.

Espero que este post sea de vuestr@ interés.

Saludos!

Daniel Gutiérrez Espartero :: Consultor en Patrimoni Cultural
dgutierrez@diagnosiscultural.com :: www.diagnosiscultural.com

30 de maig 2011

Patrimonio cultural y urbanismo: creando espacios de identificación


Por Daniel Gutiérrez Espartero

El patrimonio cultural presenta muchos valores. Lo podemos entender como una herramienta de desarrollo económico, social, cultural. O también como agente un agente integrador, puesto que participa transversalmente en las comunidades.  Pero uno de los valores más claros y más importantes es su capacidad para fomentar identidades culturales. Es decir, el patrimonio cultural es un espacio de encuentro que promueve el conocimiento y la identificación de la ciudadanía con su territorio.
Hoy en día, los testimonios que configuran los bienes culturales explican la existencia y el carácter de los pueblos y asimila al patrimonio arquitectónico, arqueológico e histórico sus procesos de creación. El patrimonio artístico como capacidad creativa y el patrimonio etnológico como reflejo de las formas de vida.
¿Puede el concepto identidad cultural trasladarse al territorio? Cómo? El territorio no es tan sólo un espacio geográfico, también es una construcción histórica y una práctica cultural. Los referentes identitarios de sus habitantes se pueden trasladar a través del urbanismo. Es sobre y en el territorio donde será necesario planear urbanísticamente, establecer criterios,  proponer recursos, construir equipamientos… Será en el territorio donde de reflejará claramente la identidad cultural.
Para ello el urbanismo debe ser responsable, dejando estándares a un lado, apostando por el conocimiento previo y por la particularidad de la identidad cultural. Identidad es particularidad, también en el urbanismo. Por tanto urbanismo debe conocer la geología, la arqueología, la  historia (urbanística, bibliográfica, documental…), los recursos materiales e inmateriales, la tradición y el folclore. Y además ha de establecer estudios de viabilidad, ha preveer la sostenibilidad económica del proyecto urbanístico y finalmente priorizar un equilibrio en los usos.
Todo esto para crear espacios de identificación, tanto para propios como para ajenos, capaces de promover la función social del patrimonio cultural y por tanto generar oportunidades a nivel educativo, social, cultural y económico.